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La dieta y el placer de comer

La dieta mejor concebida y más cuidadosamente calculada no es de mucha utilidad si la persona a quien se destina la encuentra inaceptable. Porque comer no es sólo satisfacer las necesidades nutritivas del organismo, es también un placer. Brillat-Savarin ha descrito este aspecto de la alimentación del hombre diciendo que el Creador, al obligarnos a tener que comer para vivir, nos recompensa con el placer que la comida nos produce. El placer de la mesa, según reza uno de su más famoso aforismo, «es de todos los tiempos y todas las edades, y es el último que nos queda, cuando todos los demás nos han abandonado».

El origen de nuestros hábitos alimenticios y de nuestras preferencias gustativas es un asunto de gran complejidad. Nuestros hábitos alimenticios están determinados por numerosos factores de todo orden, a cuya influencia estamos sometidos desde la primera época de la vida. Fundamentalmente, nuestros hábitos alimenticios, la preferencia por ciertos alimentos y la aversión hacia otros, se establecen durante la infancia.

Dieta

Dieta

Todos recordamos con placer, a lo largo de nuestra vida, los platos que nos preparaba nuestra madre, que nos siguen pareciendo inimitables, aunque nuestra madre puede no haber sido la más admirable de las cocineras.

Son muchas las personas que manifiestan una resistencia invencible a probar alimentos o platos desconocidos. Cuando se piensa que la patata, a pesar de sus evidentes virtudes nutritivas, tardó casi trescientos años en alcanzar aceptación general en la alimentación europea, uno se siente inclinado a suscribir la opinión de un distinguido investigador norteamericano, según el cual es más fácil cambiar de religión que de hábitos alimenticios.

En el otro extremo, tenemos personas dispuestas a adaptar con entusiasmo todo lo que les parece nuevo, aunque en realidad no lo sea. Muchas de ellas adoptan, sin cuestionarlos, los regímenes dietéticos más disparatados, y se convierten en sus más fervientes propagandistas, sin pararse a considerar lo que hay en ellos de irracional.

Dieta para adelgazar

Dieta para adelgazar

Existe un tradicional antagonismo entre los especialistas en nutrición y los cocineros. Los primeros olvidan con frecuencia que la dieta mejor concebida es perfectamente inútil si no es aceptada por la persona a quien se destina. Los segundos, preocupados solamente por el aspecto gustativo de la comida, se olvidan de sus propiedades nutritivas. No hay razón para la existencia de este antagonismo.

Puesto que los hábitos alimenticios se establecen a edad temprana es conveniente acostumbrar a los niños al consumo de una dieta variada y es preciso intentar enseñarles los conocimientos elementales de nutrición desde los primeros niveles educativos. Aparte de servir para que se alimenten mejor es seguramente la mejor manera de evitar que el día de mañana sean víctimas de los errores que encierran tantos y tantos de los regímenes alimenticios a los que la sociedad contemporánea se ve expuesta.